Mañana, es feriado, aunque no lo veo como tal, hace varias semanas estoy con licencia y siento que recién mi organismo está volviendo a la cotidianidad, lo noto, ya que soy capaz de leer un libro, ordenar papeles, navegar por Internet y generar proyectos. Al fin el ravotril está haciendo efecto. Han sido días duros, fríos, de cambios, en los cuales mi familia se disgregó y mi vida dejó de estar rígidamente establecida por un trabajo. Así es, a partir del 30 de julio estoy cesante, tomé una dura decisión y asumí que no me gusta trabajar en colegios (es duro decirlo y escucharlo), no me gusta la dinámica que en ellos se genera. Mi cuento no va contra la carrera que escogí, me gusta enseñar, crear guías, mostrar lo grandiosa que es la literatura y el lenguaje, pero me carga el cállese, siéntese, sáquese el pircing, está anotado porque no quiere trabajar en clases, usa un vocabulario adecuado, te recuerdo que no estás en la calle, siéntese bien no te eches en la silla, no me respondas así, te recuerdo que soy tu profesora…Simplemente me cansé, me agoté de estar criando, estudié para enseñar castellano y a través de las letras humanizar, enseñar valores. Tal vez una visión demasiada romántica para la época en que vivimos.
No se que será de mi vida a partir de este segundo semestre, al menos en mi ex – pieza estoy construyendo un taller de arte y oficios, en la que tengo una vieja TV, una radio, repisas, colores y materiales para crear…más que suficiente para generar algunos proyectos extras.